Hemos instalado una nueva boutique en el corazón de Madrid, diseñada siguiendo unos valores importantes para Sessùn y concebida no solo para acoger las colecciones de moda Sessùn y Sessùn Oui, sino también a una selección de artistas, artesanos y creadores.
El deseo nace del profundo cariño profesado por Sessùn a España, primer país al que se exportaron las creaciones. Al visitar Madrid, el primer flechazo fue directo a un barrio en particular, alejado de las arterias comerciales. Un barrio en el que se siente la vida madrileña, entre galerías de arte y creadores independientes. Se trata de Malasaña, de espíritu bohemio y contrario a las reglas.
Nos enamoramos de un espacio, un lugar en el recodo de una calle, delicadamente emplazado entre una floristería, un estudio de yoga y restaurantes de inspiración. Un entorno de unos 200 m2 cuya memoria e identidad se han conservado para preservar el alma y respetar su historia, con paneles de granito, suelos de madera y pilares típicamente madrileños alrededor de los cuales se ha diseñado el resto del espacio.
Tras esto, surgió el flechazo por un estudio creativo, dado su espíritu, su visión y sus referencias. Entre Cobalto Studio y Sessùn desaparecen las dudas: ambos comparten el amor por el Mediterráneo y la pasión por lo artesanal. La manera en la que el estudio, dirigido por Gabriel Escámez, conecta con los códigos del sur, con una potente contemporaneidad, se hace eco de la forma en la que Sessùn nunca ha dejado de interrogarse sobre sus raíces para reinterpretarlas.
La esencia del proyecto nace de la voluntad de trabajar el lugar como un taller de artista y un espacio múltiple, dedicado a la creación.
Inspiradas en los movimientos brutalistas y cubistas, a los que se suman piezas de mobiliario de aires africanos o vintage, las influencias se entremezclan para brindar un aura acogedora y auténtica al lugar.
Unos bloques de piedra que parecen haber salido de una cantera componen el mostrador principal y conforman el espacio junto con piezas de mármol blanco trabajadas a mano, que evocan en un susurro la ingravidez atemporal de los yacimientos arqueológicos del Mediterráneo. Realzado por variaciones de tonalidades blancas que se adornan con toques ocre o mostaza, el espacio juega con una paleta de colores muy mediterránea, en la que se entreveran, casi como una rotura, la madera más intensa de los muebles y las rejillas de las puertas.
El homenaje a la artesanía es omnipresente, tanto en la forma de las piezas de mobiliario creadas en colaboración con creadores locales como en los grandes espacios de exposición alrededor de los cuales gravitan las colecciones textiles.
Una unión del espíritu y la materia, tan apreciados por Sessún, una inmersión en su alma libre y solar, sensible como ninguna otra.
Crédito de las fotos: Pablo Zamora