Visitas privadas

Descripción - Emma

Viernes 18 junio 2021

Texto: Sébastien Carayol — Fotografía de naturalezas muertas: Corinne Malet

Una vida llena de inspiración

Trotamundos y antropóloga benevolente, creadora de moda que habla de la Historia con historias, esteta instintiva para quien el corazón se convierte en su propia brújula: todo este manojo multiforme de vidas convive en Emma, creadora de Sessùn, y todas ellas tienen un punto en común: una confluencia hacia el encuentro.


El encuentro humano, pero también el encuentro más abstracto con la materia, el arte, el diseño, la creación en su sentido más amplio, tan amplio como las superficies que ha recorrido a través del mundo.

Libros de fotografía, tesis, novelas, películas, colores y discos recopilados entre América del Sur, Japón, África y Marsella. ¿Qué hace latir el corazón de la persona que confiesa volverse loca cuando entra en la librería de un museo?

Para celebrar los 20 años de Sessùn, en lugar de una descripción, te ofrecemos un pequeño juego repleto de ideas con las propias palabras de Emma, de las que desciframos los trocitos de una vida de descubrimientos insaciables delatados por ciertas influencias.

¿Una vida llena de inspiración? Diría más bien de libros, de toda clase de libros. Además de los libros de fotografía o grafismo, me siento muy apegada a las obras que me recuerdan a mi pasado universitario, un montón de libros con una dimensión antropológica... Ejemplares muy técnicos sobre la vestimenta zapoteca, por ejemplo, o la indumentaria maya, procedente de alguna que otra región de Guatemala.


En cuanto a los de ilustraciones sobre el tejido, me gusta coleccionarlos. Uno que ha marcado mi imaginario visual es African Textile (John Gillow, 2016). Se trata de una retrospectiva de todo el tejido africano, que abarca las telas de África central, pero también las marroquíes. También citaría Tapis et tissages : l’art des femmes berbères du Maroc (Fréderic Damgaard, 2009) y Marokko/Morocco mon amour (Kurt Rainer, 2005). Pero empecemos por el principio... Cuando tenía 21 años, me fui de viaje de estudios a América Latina con dos amigas, buscando emociones, experiencias y nuevos encuentros. En aquel momento, estudiaba economía monetaria y financiera, un poco por despecho y por falta de ideas.


Este viaje fue fruto de toda una evolución, estaba dentro de mí desde hacía mucho tiempo. Los dibujos animados Las misteriosas ciudades de oro hicieron que naciera en mí un primer deseo, era algo muy profuso... (risas). Cuando era adolescente, me volvía loca con la literatura sudamericana y el realismo mágico, Cien años de soledad (Gabriel García Márquez, 1967) me conmocionó, así como las obras de Jorge Luis Borges, que me las bebí en cuestión de semanas. 

Sin olvidar a Frida Kahlo. Cuando descubrí sus obras, se convirtió en algo visceral. Necesitaba ir a Coyoacán, en México, y ver el lugar donde ella había vivido, su casa, sus cuadros, encontrar sus orígenes. Este primer viaje superó mis expectativas, fue una verdadera revelación y cambió en cierta forma el curso de mi vida. Me gustó todo, y todo se convirtió en una fuente de inspiración: los colores, los paisajes, los trajes locales, la artesanía...

De 1992 a 1999 hice varios viajes a Perú y Ecuador... Al mismo tiempo, decidí especializarme en antropología económica y, más concretamente, dedicar mis estudios al artesanado. Estudiar el papel que tiene el artesanado en la economía e interesarme por las premisas de los conceptos del comercio justo y los comportamientos éticos ha sido algo que me ha apasionado. Así que me matriculé en el Instituto de Estudios Superiores de América Latina (Sorbona), en la calle Saint Guillaume de París.

En aquella época, empecé a comprarme libros dedicados a los tejidos étnicos y a las fotografías del mundo: Malick Sidibé & Seydou Keïta (Mali), Sergio Larrain (Chili). Al regresar de mi primer viaje, una idea nació en los adentros de mis amigas, Alex y Vanska, y de mí. Queríamos traer pequeñas piezas para venderlas y financiar nuestros viajes, como pantalones guatemaltecos o sombreros de croché. Gracias a esto, pudimos pagar fácilmente nuestros dos primeros periplos, pero este intercambio no nos resultaba satisfactorio. Así que decidí diseñar una colección y volverme a ir, pero esta vez sola, para fabricar algunas piezas en el lugar.

El éxito de estos artículos fue inmediato, y así nació Sessùn en 1996. Como es normal, las cantidades eran muy reducidas, pero suficientes para que decidiera consagrarme a la aventura. Mis primeros puntos de venta eran independientes, urbanos y streetwear. Evolucioné en el mundo del skate y del surf, y Sessùn proponía una alternativa más femenina a las marcas tradicionales urbanas. Cuando lo pienso bien, me digo que esta orientación un poco más fuera de lugar es la que permitió que la marca existiera y que creara su red de clientes.

Durante estos viajes, seguí descubriendo nuevos horizontes literarios. Mención especial para la literatura japonesa... Nieve de primavera (Yukio Mishima, 1970) me permitió conocer la delicadeza de Japón, la apacibilidad, el paso del tiempo y la contemplación. De forma indirecta, fue lo que me dio ganas de ir a Japón en 2003-2004, cuando descubrí los tejidos japoneses en general, y el índigo en particular. De estos viajes nació la colección Sessùn Blue y, después, la exposición Indicrafts, inspirada en el color azul índigo y sublimada en el libro Índigo: El color que cambió el mundo (2012).

Todos estos libros marcaron el imaginario de Sessùn. Aunque los libros no crean necesariamente una imagen o una colección, generan ganas y siembran pistas.

Pero volvamos a la cronología... Después de haber decidido que renunciaría a mis estudios para lanzarme en la aventura que es hoy Sessùn, me fui de París para instalarme en Marsella en 1997, donde abrí mi primera oficina. La colección se enriqueció y opté por instalarme definitivamente en 1999, después de algunas desilusiones vividas en América del Sur.

Mi fuente de inspiración se amplió, y la marca comenzó a tejer vínculos fieles con la escenografía cultural y musical. En aquella época, empecé a trabajar con Laurent Richard. Nos gustaban las mismas cosas de la foto estadounidense en tonos sepia, envejecida, la fotografía de William Eggleston, así como de Stephen Shore y Joel Meyerowitz. Toda la estética que rodeaba a estas fotos manoseadas, anticuadas, las polaroids, las lomos y las dianas. Todo nos encantaba. Los primeros catálogos de Sessùn contaban estas historias y tenían una estética muy marcada por esta huella.


El año 2000 marcó también mi descubrimiento del diseño de los años 50 y 60 y, en especial, del diseño californiano. Mi primera compra fue un sillón de ratán Janine Abraham, una pieza icónica de nuestras boutiques. Y para simbolizarlo, aún más libros: Eames: Beautiful Details (2012) y California Design, 1930–1965 Living in a Modern Way (2011). También descubrí a Alexander Girard, colaborador de Eames y fascinado por la cultura mexicana, autor de wooden dolls, unas muñecas de madera. Creó un lazo entre México y el diseño moderno que me fascinó, concentraba todo lo que me gustaba. El libro, Alexander Girard (Todd Oldham & Kiera Coffee, 2011), pero también las muñecas, editadas por Vitra, son sublimes. Estas influencias han marcado a Sessùn y la identidad de nuestras boutiques.

Cualquier cosa, absolutamente todo, puede convertirse en una fuente de inspiración. Para cada colección escribimos una o varias historias, esencialmente visuales. El punto de partida a veces es simplemente una única imagen, la elección estética de una foto. Pienso esencialmente en una foto de Joel Meyerowitz en Nueva York, de una joven con un bonito vestido a los pies del Empire State: los colores son tan vivos que generaron una historia completa.

El libro El espíritu de los hombres de tierra del fuego, de Martin Gusinde (2015), inspiró otra historia de la colección en 2016. Se trata de un testimonio fotográfico de un sacerdote de principios del siglo XX, que se marchó a la Tierra del fuego para descubrir la cultura de una etnia india. Estos indios van maquillados de una forma muy tribal y vestidos con unas prendas occidentales de principios de siglo: trajes de franela y lana para los hombres, camisas victorianas para las mujeres... todo ello adornado con accesorios en piel de diferentes animales. Este libro me conmovió muchísimo y me inspiró. Esta primera tendencia hacia los tejidos étnicos debe de remontarse al lejano Oeste, a la indumentaria de los cowboys, a la ropa masculina de los granjeros y a los trajes de los indios.


Mi abuelo y mis padres eran unos cinéfilos aguerridos, por lo que mi relación con el cine comenzó cuando yo era pequeña. En todo este batiburrillo, me sentía fascinada, aunque no inspirada, por el cine hollywoodiense de los años 40 y 50. Como era de esperar, cuando tenía unos 15 años, esto me condujo al cine italiano. L’Avventura de Antonioni fue como uno de esos primeros choques estéticos. Mis padres me enseñaron Visconti, Fellini, Pasolini, y poco después, la Nouvelle Vague, Godard con Anna Karina, fuente eterna de inspiración. Estas películas las vi primero cuando era adolescente, y las volví a ver para hacer una lectura estilística cuando tenía 25-30 años. En este segundo caso, se trataba de una lectura fotográfica y puramente inspiradora.

Todo ello ha participado enormemente en la creación de un estilo: en las colecciones de Sessùn, suele haber una dimensión étnica, pero también una referencia al cine de los años 60 y a la Nouvelle Vague... Más allá de los libros, esta inspiración cinematográfica tan fuerte ha dejado su huella en las colecciones.

Pero la música también juega un papel importante... Obtengo mis necesidades creativas de forma natural: un disco, una canción, la cobertura de un vinilo, una cantante especial. La música no se limita a una canción, es un manifiesto artístico en su totalidad, lo que implica muchísima emoción. A bote pronto, pienso en Cat Power, Patti Smith, David Bowie, Nancy Sinatra, en Victoria Legrand de Beach House, en el estuche del disco Love Child de Diana Ross.

Todas estas miniobsesiones conforman el estilo de Sessùn, aunque la columna vertebral siga siendo una historia alocada de encuentros y amistades. Me gusta pensar que Sessùn se pasea en un bosque de inspiraciones polimorfas para recopilar recuerdos y fotos de forma selectiva que luego pegamos en un álbum que compartimos, como lo hacemos cuando vamos de viaje. Y, temporada tras temporada, narramos una verdadera aventura vivida, que incluye una historia de la moda anclada en la época, pero que no se limita a ella. Una historia de amor atemporal en la que crear colecciones es el mejor pretexto para contar un montón de fragmentos de nuestra vida.

Natures morte inspirations Emma François de Sessùn
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