¿Una vida llena de inspiración? Diría más bien de libros, de toda clase de libros. Además de los libros de fotografía o grafismo, me siento muy apegada a las obras que me recuerdan a mi pasado universitario, un montón de libros con una dimensión antropológica... Ejemplares muy técnicos sobre la vestimenta zapoteca, por ejemplo, o la indumentaria maya, procedente de alguna que otra región de Guatemala.
En cuanto a los de ilustraciones sobre el tejido, me gusta coleccionarlos. Uno que ha marcado mi imaginario visual es African Textile (John Gillow, 2016). Se trata de una retrospectiva de todo el tejido africano, que abarca las telas de África central, pero también las marroquíes. También citaría Tapis et tissages : l’art des femmes berbères du Maroc (Fréderic Damgaard, 2009) y Marokko/Morocco mon amour (Kurt Rainer, 2005). Pero empecemos por el principio... Cuando tenía 21 años, me fui de viaje de estudios a América Latina con dos amigas, buscando emociones, experiencias y nuevos encuentros. En aquel momento, estudiaba economía monetaria y financiera, un poco por despecho y por falta de ideas.
Este viaje fue fruto de toda una evolución, estaba dentro de mí desde hacía mucho tiempo. Los dibujos animados Las misteriosas ciudades de oro hicieron que naciera en mí un primer deseo, era algo muy profuso... (risas). Cuando era adolescente, me volvía loca con la literatura sudamericana y el realismo mágico, Cien años de soledad (Gabriel García Márquez, 1967) me conmocionó, así como las obras de Jorge Luis Borges, que me las bebí en cuestión de semanas.