Encuentros hermosos

Justine Pruvot

Lunes 1 abril 2024

Fotografías : Florian Touzet

Justine Pruvot es una chef de renombre, que ha pasado de trabajar en los medios de comunicación a la cocina tras un cambio de carrera. Ha definido su camino a través de cocinas prestigiosas, como la de Manon Fleury, en Mermoz, o Elsa, antes de establecerse en Mercato, en Marsella. Especializada en la cocina vegetal y poética, también está comprometida en la lucha contra la violencia sexista en la restauración a través de la presidencia de la asociación Bondir.e. Además, recientemente se ha lanzado en una nueva aventura paralela, inspirada en el legado de su abuela, y con la que pone de relieve la artesanía francesa: Touillet Collections. Este proyecto innovador reúne a diversos artesanos para crear piezas de arte únicas para la mesa, y crea una fusión entre la tradición, la creatividad y el savoir-faire contemporáneo.

¿Puedes contarnos tu trayectoria profesional? ¿En qué establecimientos has estado?

No me he dedicado siempre a la cocina. Durante más de diez años trabajé en los medios de comunicación, algo que me ha permitido ganarme la vida muy bien y viajar mucho, sobre todo a países asiáticos. Con 30 años, lo dejé todo y decidí dar una nueva trayectoria a mi carrera profesional. Estudié cocina en la escuela Ferrandi de París, y salí con un título de cocina. Aprendí junto a la chef Manon Fleury en Mermoz y en el restaurante con estrella Michelin Elsa en Mónaco, con Alexia Duchêne en Datcha y con Alcidia Vulbeau en su restaurante Bonne Aventure en Saint-Ouen, como segunda jefa de cocina. En 2021, me propusieron hacer una estancia en Chardon, en Arlés, donde pude ser chef y proponer mis platos por primera vez. Más adelante, fui chef privada para algunos clientes adinerados y, después, mi mejor amigo me propuso abrir la cocina de «Mercato», su restaurante y bar de vinos en Marsella, y no me lo pensé ni un segundo.

¿Por qué has decidido hacerte chef ambulante? ¿Qué piensas de este fenómeno?

Al principio, era más por obligación que por elección.

Acababa de llegar a Marsella, no conocía a nadie y la oferta de restaurantes no era tan amplia como hoy en día.

Me dije que no quería obligarme a elegir un establecimiento, sino que prefería trabajar por mi cuenta, e hice lo correcto, porque tuve varias oportunidades como chef privada. Pienso que la itinerancia brinda una cierta libertad que es menor cuando estamos vinculados a un lugar fijo. No obstante, a veces cuesta gestionar la precariedad, es la otra cara de la moneda.

¿Cómo describirías tu cocina?

Mi cocina es vegetal, poética y colorida. Trato mis platos como si fueran un cuadro. Cocino en función de la temporada, lo que implica una renovación constante de las recetas.

¿Esto explica tu estrecha relación con los horticultores?

Sin duda alguna. Mi cocina no existiría sin ellos. Necesito conocer a los/las horticultores/as con los/las que trabajo, necesito ir y ver sus terrenos y comprender cómo trabajan la tierra. Me cuesta cocinar verduras de las que no conozco su procedencia exacta. Para mí, la poesía de las verduras está vinculada a las personas que las cultivan. Mis platos son la continuidad de este trabajo: una puesta en relieve del fruto, del trabajo duro e ingrato la mayor parte del tiempo. Intento rendirles homenaje en mis platos.

¿Cuál es tu recuerdo más bonito en cocina?

Mi recuerdo más bonito en cocina es, sin duda, el almuerzo con la prensa que organicé para el lanzamiento de mi colección Les potier.e.s Printemps/Été el año pasado.

Reuní a chefs y periodistas en el jardín de flores comestibles de mi amigo Joeffrey (también conocido como retour de cueillette), preparé algunas aguas aromatizadas, canapés floreados, una sopa de verduras y, de postre, una especie de caldo de frutas cocinado en el horno de arcilla fabricado especialmente para este día por la ceramista Lou Thomas (Simoneloo).

En Mercato, la carta es completamente vegetariana. ¿Por qué has hecho esta elección?

Es una elección política, por encima de todo.

Nuestro planeta se está muriendo y el consumo de proteína animal requiere mucha energía. Quería mostrar al mundo que también podemos degustar excelentes platos en el restaurante con un menú completamente vegetal. De hecho, vivimos en una región en la que las verduras son la reina, por lo que me daba pena no darles el valor que se merecen.

Formas parte del colectivo de chefs Bondir.e, ¿puedes contarnos algo?

La asociación Bondir.e existe desde 2021, y soy la presidenta desde finales del año pasado. Junto con los cincuenta voluntarios, luchamos contra la violencia sexista y física en la restauración. Nuestra misión es doble: la prevención explicada a los alumnos en las escuelas y colegios hoteleros, y acompañar a los gerentes de los restaurantes hacia una gestión positiva y benévola. El público general debe concienciarse de que la restauración no se resume en las bonitas imágenes que se ven en los programas de la tele, como Top Chef, sino que, por desgracia, es un mundo complicado y violento para todo tipo de minorías.

Acabas de lanzar una marca de accesorios para la mesa, que se llama Touillet. ¿Puedes contarnos algo del proyecto y de sus objetivos?

Touillet es como mi bebé. El arte de la mesa siempre me ha fascinado. Cuando era pequeña, me pasaba los fines de semana buscando objetos antiguos con mi madre, tesoros escondidos en las asociaciones o los rastrillos. Tenía ganas de salir de mi cocina y conocer a los/as artesanos/as. De hecho, me asombra el talento de estas personas capaces de crear objetos cotidianos con sus manos. Por eso, la primera colección se basó en la alfarería, con las ceramistas Amandine Gachet y Lou Thomas. Después, empecé a empalmar los encuentros y las colecciones: Léa Laborie con Les menuisier.e.s y la ceramista Lucie Sotty para la colección P’tit déjeuner. Este año estoy preparando dos colecciones, una que verá la luz en primavera con mi amiga Adélie De Soumagnat, creadora de la marca de ropa Double double, y otra que saldrá en el mes de septiembre con la ebanista Margot-Colette Coubes del taller Margot-Colette.

Touillet, el apellido de tu abuela antes de que se casara, confiere una dimensión muy personal y familiar a las creaciones. ¿Es lo que tenías en mente?

Mi abuela Lucette es mi musa.
No tenía ninguna duda de que quería llamar a mi marca como ella. Con más de 90 años, sigue siendo la mujer más guay que conozco, una inspiración para todas mis colecciones.

¿Qué te evoca Sessùn?

Una marca atemporal comprometida con un proceso ecológico, pero que no pierde ese lado alegre de una firma de prêt à porter. Pero es mucho más que todo eso, pues gracias a su compromiso con los creadores y artesanos, Sessùn también es curador y editor, casi como un mecenas. Este enfoque es muy importante para mí, pues compartimos los mismos valores en Touillet.

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