FOTOGRAFÍAS : TIMOTHÉE CHAMBOVET
De su infancia, Marion Graux ha conservado el gusto por las mesas festivas, el deseo de realizar los preparativos, el júbilo de poder elegir las diversas lozas o los platos en los que familia y amigos compartirán alegremente una cena o almuerzo. Estos rituales acabaron llevándola a la cerámica, disciplina aprehendida por Marion por su punto de vista práctico. En el pueblo de sus vacaciones estivales, en el departamento francés de Drôme provenzal, se formó junto con alfareros del campo. Un aprendizaje rural en el que priman el rigor y la humildad, sin olvidar la emoción. Sus creaciones destilan unos valores y unos gestos que han sabido seducir rápidamente a chefs de todos los rincones. Un encuentro con Marion en su taller parisino.
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