FOTOGRAFÍAS : TIMOTHÉE CHAMBOVET
De su infancia, Marion Graux ha conservado el gusto por las mesas festivas, el deseo de realizar los preparativos, el júbilo de poder elegir las diversas lozas o los platos en los que familia y amigos compartirán alegremente una cena o almuerzo. Estos rituales acabaron llevándola a la cerámica, disciplina aprehendida por Marion por su punto de vista práctico. En el pueblo de sus vacaciones estivales, en el departamento francés de Drôme provenzal, se formó junto con alfareros del campo. Un aprendizaje rural en el que priman el rigor y la humildad, sin olvidar la emoción. Sus creaciones destilan unos valores y unos gestos que han sabido seducir rápidamente a chefs de todos los rincones. Un encuentro con Marion en su taller parisino.
La pieza que has diseñado para la tarjeta blanca ''Floraison Créative'' de Sessùn dice precisamente algo sobre la vida familiar, ¿cómo la has imaginado?
He pensado en esta obra como un retrato familiar de cinco piezas en bajorrelieve con la intención principal de evocar o representar el equilibrio de las diferentes personas de mi familia. La idea era cuestionar cómo nos yuxtaponemos manteniendo un posible equilibrio (me río para mis adentros porque este es realmente mi tema de todos los días). De este modo, he representado y simbolizado mi propia representación de cada uno de nosotros con formas y colores: Constantino, nuestros tres hijos y yo.
Al final, ¿cómo se ha desarrollado la producción de esta obra?
Ya en la primera cocción tuve la impresión de que lo que me había parecido el primer arreglo no era quizás el más acertado. Así que me pregunté si no había otra forma de situarnos en relación con los demás, también en nuestra vida cotidiana, y entonces llegué a la conclusión de que lo interesante era que estas piezas no estaban grabadas en piedra, que su disposición podía cambiar según los deseos y estados de ánimo de cada uno, y esta movilidad podía ser incluso una solución en sí misma.
Luego, en la fase de coloreado, una pieza no salió como yo quería y otra -supuestamente para presentarme- salió del horno rota. Rehice las dos por seguridad, pero quise quedarme con la que me representaba con su grieta.
Luego, al ver el conjunto, me apetecía añadir otro bajorrelieve, que cambia la narrativa del proyecto y cuestiona el papel de este nuevo elemento: ¿quizás un ser fantasmal, que ya no está, en el seno de esta familia?
¿Qué recuerdas de este proyecto de tarjeta blanca?
El proceso de creación de esta pieza y los altibajos con los que he tenido que lidiar muestran hasta qué punto la estética influye en la mente y en la historia que nos hemos contado. Todo ello se mezcla. ¡Me resulta muy agradable no dominar por completo la historia y dejar que la idea inicial se desarrolle con cosas que no habíamos visto venir necesariamente!