Tu cesta está vacía
Crédito fotográfico: Stéphanie Davilma
Arquitectas y amigas bruselenses, Sarah y Nina fundaron Cru Atelier, un laboratorio creativo donde la artesanía y la materia se convierten en lenguaje. Impulsadas por sus herencias italo-marroquíes y artísticas, exploran el potencial estético y ecológico de los materiales de origen biológico – tierra cruda, cal, cáñamo, fibras vegetales – para imaginar formas contemporáneas, sensibles y duraderas.
Ganadoras de la 3ª edición del Sessùn Craft Prize con La sombra de los acantilados, la brisa del mar, firman una instalación orgánica y poética, inspirada en los paisajes mediterráneos y en sintonía con los valores de la marca – que podrá descubrirse en Galeries Lafayette Haussmann en París a partir del 3 de septiembre.
¿Podéis contarnos vuestros recorridos respectivos y cómo se cruzaron vuestros caminos?
Sarah: Vengo de una doble cultura italo-marroquí. Crecí rodeada de la artesanía marroquí - los colores, los materiales, los saberes - mientras que del lado italiano me bañaba en una cultura del sol, de tradiciones y de un cierto arte de vivir.
Nina: Mis abuelas me transmitieron desde muy pequeña su sensibilidad por el arte y el dibujo. Más tarde estudié en escuelas de arte antes de reunirme con Sarah en Saint-Luc, en arquitectura.
Nuestros caminos se cruzaron en la Facultad de Arquitectura de Bruselas, donde nos hicimos amigas.
¿Cómo nació Cru Atelier y de qué manera este proyecto prolonga vuestras experiencias y valores personales y profesionales?
Cru nació de manera orgánica, en paralelo a nuestros recorridos profesionales. Mientras ejercíamos como arquitectas, cada una exploraba ya caminos alternativos. Nina había puesto en marcha un taller de recuperación de madera y metales, trabajando en algunos proyectos de instalaciones urbanas, escenografía y decorados. Sarah se iniciaba en los materiales de origen biológico a través de la renovación de su apartamento, experimentando técnicas artesanales. De manera muy natural sentimos el deseo de crear juntas, cruzando nuestras competencias. Todo empezó con objetos – un taburete – y rápidamente dio paso a un deseo más profundo: explorar la artesanía y la materia como lenguaje, ir más allá del objeto y crear formas que cuentan historias.
Exploráis materiales de origen biológico a menudo olvidados. ¿Cómo transmitís estos saberes ancestrales y qué papel les otorgáis en las prácticas actuales del diseño y la arquitectura?
Transmitir es dar vida a los gestos que nos conmueven, a los oficios y a las personas que nos han compartido sus conocimientos. También es contar y hacer vivir esas tradiciones.
Exploramos materiales como la tierra cruda, la cal, el cáñamo, las fibras vegetales y sus técnicas de aplicación, muchas veces olvidadas o apartadas en favor de materiales considerados símbolos de la modernidad, como el hormigón o los derivados petroquímicos.
Sin embargo, estos materiales naturales son muy ricos y el campo de juego es enorme. Resuenan con las problemáticas actuales: son locales, sostenibles, saludables y poseen sorprendentes cualidades acústicas e higrométricas. ¡Y a menudo sus cualidades son sensoriales!
A través de nuestros proyectos compartimos estos saberes antiguos, invitando a experimentar y mostrando que pueden reinventarse en formas contemporáneas.
En el diseño y la arquitectura de hoy, ofrecen una alternativa sensible e inspiradora, al tiempo que recuperan una relación más humana con el tiempo y la materia.
En vuestra opinión, ¿qué lugar pueden – o deberían – ocupar los materiales naturales en el diseño contemporáneo?
Deberían ocupar un lugar central, pero todavía se evalúan demasiado a menudo con los estándares de los materiales industriales – como el plástico o el hormigón – lo cual no tiene sentido.
Un material como la tierra o la cal con cáñamo vive, evoluciona, se transforma. Puede volver a la tierra sin contaminar. Propone otra relación con el consumo: más lenta, más reflexiva, más circular. También puede renovarse o transformarse sin generar residuos, uno de los grandes retos actuales, considerando que, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA), los residuos de la construcción y demolición representan algo más de un tercio de los desechos generados en la Unión Europea.
Es necesario deconstruir nuestra manera de evaluar el rendimiento de un material y recuperar una visión global de su impacto en el medio ambiente.
Habéis ganado la 3ª edición del Sessùn Craft Prize con La sombra de los acantilados, la brisa del mar. ¿Podéis contarnos más sobre este proyecto?
Este proyecto es una especie de relato materializado. Habla de territorio, de materia y de gestos.
Es una instalación troglodítica, concebida como un refugio orgánico, inspirada en los acantilados mediterráneos. Utilizamos recursos locales como la cal, el cáñamo, la madera o la paja — materiales sencillos pero con un gran potencial expresivo y ecológico.
El proyecto es visualmente complejo pero deliberadamente sencillo en su principio constructivo. Se inspira en las formas naturales, en el ritmo de las olas y en la arquitectura vernácula.
¿Cuál fue el proceso creativo detrás de esta instalación, desde la idea inicial hasta su realización?
La elección del material se impuso rápidamente. La cal con cáñamo evocaba tanto el mundo textil – un guiño a Sessùn – como nuestras prácticas respectivas.
Imaginamos un plano orgánico, fluido, como una evocación de los paisajes del Sur.
Dedicamos mucho tiempo a pruebas en el taller: encontrar la textura adecuada, la mezcla correcta, la adherencia precisa… El objetivo era que la aplicación resultara accesible e intuitiva.
Después dirigimos a un equipo (en particular Batik y Sessùn) para aplicar los revestimientos, en una lógica colaborativa y pedagógica. Cada gesto contaba. Fue un momento de transmisión tanto como de fabricación.
¿Qué opinión tenéis sobre la marca Sessùn y sobre la iniciativa del Sessùn Craft Prize?
Ha sido una experiencia sumamente enriquecedora. Nos permitió conocer a otros artesanos, intercambiar, compartir, especialmente con la empresa Batik.
Los intercambios con los equipos de Sessùn fueron muy gratificantes: sentimos una verdadera apertura y curiosidad hacia la artesanía y las prácticas alternativas.
El Craft Prize es una oportunidad magnífica y una iniciativa estupenda para jóvenes arquitectos y diseñadores. Puede ser muy intimidante acercarse a una marca para presentar tu trabajo; también es difícil encontrar legitimidad, hay tantísimos diseñadores con talento. Además, Sessùn comparte especialmente nuestros valores éticos y nuestro universo, por lo que estamos muy agradecidas de haber recibido este premio.
