Encuentros hermosos

Lena Morelli

Jueves 11 agosto 2022

Photographies : Stéphanie Davilma

Desde su taller, afincado en el pueblo de Saint-Victor-la-Coste, en la Provenza francesa, Lena Morelli teje asientos antiguos que elige con amor, procedentes de mercados de segunda mano. Al reinterpretar el trabajo tradicional de la cuerda danesa, una cuerda de papel, da forma a creaciones atípicas, contemporáneas y únicas. Para Sessùn, ha diseñado un panel mural de gran tamaño, una nueva etapa en su trabajo creativo que podremos descubrir la próxima temporada.

¿Cuál es tu trayectoria?

Crecí en la Provenza francesa, entre viñedos, donde desarrollé una gran sensibilidad y una cierta capacidad de observación. Tras completar mis estudios, ejercí unos años como ingeniera de construcción, centrada en la reutilización de los materiales en el mundo de la arquitectura y el diseño. Pronto sentí la necesidad de trabajar con las manos, de estar en contacto con los materiales, así que hice un curso nocturno de tapicería para mobiliario en la escuela Boulle, antes de instalarme en el sur, en el bonito pueblo de Uzès, donde cursé el módulo de tapicería para mobiliario. Al mismo tiempo, experimenté con diversas técnicas, savoir-faire, materiales... Cuando compré una bobina de cuerda danesa para trabajar una silla, nació mi pasión por esta técnica de tejido. Surgió por accidente, de una reinterpretación del trabajo tradicional de la cuerda danesa. Hoy, creo tejidos atípicos, contemporáneos y únicos.

¿Qué te atrae de este savoir-faire?

La libertad de creación. Antes de trabajar esta cuerda, me fascinaba la belleza de los asientos que se podían crear con este material y el hecho de que se trate de una cuerda de papel. Solemos pensar que el papel es un material frágil y, sin embargo, es una cuerda muy robusta, que los diseñadores escandinavos utilizan desde los años 40 para fabricar un mobiliario concebido para durar en el tiempo. Al comenzar a trabajar este material, pronto tomé conciencia de la libertad de creación que ofrecía, en la composición de los motivos y en las posibles estructuras que se pueden tejer. En la actualidad la aplico a los asientos, pero se pueden hacer muchas otras cosas. El resultado me sigue fascinando: el tejido permite crear relieve y textura, capta la luz de diferentes formas según el sentido de las cuerdas, da lugar a un juego de luces y colores...

¿Puedes decirnos dónde está tu taller y cómo es?

Mi taller es un antiguo granero que hemos renovado nosotros mismos. Se encuentra en el centro de Saint-Victor-la-Coste, el pueblo donde vivo. Es un espacio que he diseñado yo y que se parece a mí. Se accede a través de una vieja escalera de madera que alberga mi colección de cerámicas mediterráneas, y cuyas paredes blancas están encaladas a la antigua. Arriba, una antigua vidriera de taller encontrada en un mercado de segunda mano separa la sala de exposición del espacio creativo. Una gran pared de ladrillos, que desconché completamente y luego pinté de blanco, aporta mucho carácter a la pieza. También hay una escultura de metal hecha por mi padre colgada en una parte de la pared, que representa a Eva según un dibujo de Cocteau. El suelo está hecho de hormigón bruto, que llamo Frankestein, porque se compone de diferentes partes, lisas o granuladas, unas más antiguas que otras, y cuyos colores varían para crear un bonito patchwork... Me esfuerzo para que mi taller se vea bastante sencillo y minimalista. Todo es blanco para que la concentración y la creatividad no se esfumen.

Has elegido trabajar unos muebles vintage a los cuales devuelves la vida, ¿qué significa esto para ti?

Como vengo del mundo del desarrollo sostenible, para mí es muy importante crear piezas que se inscriban en una base de diseño duradero. Visito los mercados de segunda mano desde pequeña, así que crear a partir de sillas vintage ya existentes, que recojo y renuevo antes de tejerlas, era algo obvio. Además, resultan aún más interesantes, ya que son piezas que tienen un alma y una historia que se puede dilucidar a través del color de la madera y de las marcas que ha dejado el tiempo. Sobre todo, me gusta trabajar piezas que han sido abandonadas, olvidadas o dañadas... Esto también pone de relieve la atracción por un objeto, pues el simple hecho de tomarse el tiempo de retrabajar una pieza cambia completamente su estatus.

¿Dónde encuentras los asientos que servirán de base para tu trabajo y cómo eliges los materiales con los que tejes?

Recorro principalmente los mercados que están cerca de mi casa, así como el de Puces du Canal de Lyon. Con el tiempo, he creado una red de anticuarios con los que trabajo. En cuanto a los materiales, tejo mis piezas exclusivamente en cuerda danesa, pero tengo ganas de probar con otros materiales. Estoy investigando las fibras de yute, cáñamo, lino, sisal... Que sea un material natural es el único requerimiento.

¿Cómo eliges los dibujos de tus asientos? ¿De dónde viene la inspiración?

No siempre tengo una idea precisa del motivo que voy a tejer. Es un proceso muy intuitivo, dejo que mis manos me guíen y dialoguen con el tejido y la estructura. El dibujo suele basarse en una investigación y el tejido me permite confirmar lo que quiero expresar.

Mi investigación se nutre de técnicas tradicionales de tejido y de cestería, con fuertes inspiraciones escandinavas, japonesas y mediterráneas. Desarrollo constantemente mis conocimientos y me inspiro mucho del mundo de la arquitectura, sobre todo de las casas tradicionales japonesas. Aunque nunca he ido a Japón, me fascina la sencillez, la delicadeza y la armonía que destilan su arquitectura y artesanía. 

¿Podrías decirnos cuál ha sido tu último flechazo artístico?

Hay muchos… Citaría a la joven artista y pintora belga Eleanor Herbosch, su trabajo con la tierra y la arcilla es sublime; las cerámicas con textura craquelada del japonés Kazuhiro Katase; los tejidos brutos y naturales de Adriana Meunié; el trabajo de la paja de arroz del artista japonés Arko; los paisajes abstractos de la artista y pintora Nina Rety, a la que conocí recientemente; y, por último, las delicadas esculturas en madera de Victor Giannotta, conocido como Sepa.

¿Tienes alguna costumbre o manía cuando trabajas?

Trabajo descalza.

Vas a realizar un panel mural tejido para Sessùn. ¿La idea de hacer algo diferente a las sillas es algo que te gustaría desarrollar?

Es algo que va a aportar un soplo de aire fresco a mi trabajo. Este tejido mural es todo un desafío, pues no estoy acostumbrada a trabajar formatos tan grandes (200 x 100 cm). La verdad es que hacía tiempo que quería hacer un proyecto de tal envergadura, así que estoy muy agradecida a Sessùn por haberme dado carta blanca.

¿Hay algún proyecto futuro que te gustaría compartir con nosotros?

El lanzamiento de una segunda colección cápsula este verano con Trophée Macocotte, la galería que me representa. Estoy muy emocionada, ya que llevamos trabajando en ello desde hace varios meses. Una exposición en Berlín este otoño, pero no puedo adelantar nada más por ahora. Por último, el deseo creciente de editar mobiliario en pequeñas series, objetos singulares en colaboración con otros artesanos. 

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