CRÉDITO DE LAS FOTOS: JOSEPHINE LEDDET
Apasionada por los materiales procedentes de la tierra y sus múltiples aspectos, Lisa Allegra decidió instalar su taller en Barcelona, donde experimenta las nociones de equilibrio y contraste con sus piezas únicas: lámparas, muebles u objetos que coquetean con los límites de la gravedad, todo ello en una poesía evocadora. Para la exposición Floraison Créative de Sessùn Alma, ha diseñado 3 grandes jarrones minimalistas con formas redondas, y cuyas superficies ha decorado como si quieran contar una historia.
Has viajado mucho antes de fundar tu marca, ¿de qué manera han contribuido estos viajes a tu creatividad?
En 2012 hice un viaje por todo el mundo durante casi un año con mi pareja: sureste asiático, China, Corea, Japón, Estados Unidos, Cuba, Brasil... Este viaje ha cambiado mi visión del tiempo y del mundo. Esta sensación de libertad ha jugado un papel importante en las elecciones que he tomado después en mis creaciones, mi trabajo y mi vida en general.
¿Por qué decidiste instalar tu taller en Barcelona?
Fue algo que hice de manera instintiva. Tenía ganas de cambiar de aires, de cotidianeidad, de clima y de idioma. Me gusta Barcelona, me gusta la ciudad, la cultura, el idioma y la gente que me rodea...
¿Hay algo que solo podemos encontrar en tu taller?
En mi taller tengo el tamiz que mi abuela utilizaba para cocinar la sémola para el cuscús. Se parece mucho al tamiz que se utiliza para tamizar el esmalte, pero este es especial.
¿Qué vínculo tienes con la arcilla?
Creo grandes piezas de arcilla, pesadas e imponentes, por lo que no son solo mis manos las que trabajan, sino todo el cuerpo. La relación con el material es intensa y atrayente. Soy una persona tenaz, que puede abordar el trabajo de la arcilla como una ascensión. La arcilla tiene una apariencia suave, pero para mí es un material que requiere potencia, así como fuerza física y mental.
¿Qué impacto tiene tu formación de diseñadora en tu trabajo como ceramista en la actualidad?
Soy diseñadora, por lo que creo objetos, muebles, lámparas... Los dibujo, trabajo las líneas y las proporciones. La elección de trabajar un material para mí es un medio, no un fin. Es una forma de ser autónoma, de no depender de editores o de marcas para que mis objetos puedan existir. Un medio de ser la actriz principal de todas las etapas, desde la fabricación hasta la difusión, pasando por la comunicación. Por otro lado, me preocupo por el impacto medioambiental de la producción en masa... El encuentro con la arcilla me ha permitido dar respuesta a esta necesidad de autonomía al mismo tiempo que trabajo en pequeñas cantidades, donde cada pieza se hace a mano. Además, algo profundo se ha creado entre el material y yo, que ha dado una dimensión más completa a mi trabajo de diseñadora: el savoir-faire. Eso que nos recuerda que la concepción y el desarrollo están vinculados a un material que hay que conocer y comprender para dar forma a un objeto que tenga sentido.
¿Qué te evocan los temas de contrastes y equilibrios tan presentes en tu trabajo?
Los diseños de mis objetos coquetean siempre con los límites. Un trípode alto e inclinado, unos puntos de conexión entre diferentes elementos, un cojín que levita... Mi interés por este juego de contrastes y equilibrios se encuentra en el material que trabajo. La arcilla tiene un aspecto infantil y exigente a la vez, blando y duro, minucioso cuando se trata de un objeto pequeño, pero también es un material con el que construir. Tiene una evocación poética en esta noción de equilibrio: un funámbulo en su línea, una hoja transportada por el viento...
¿Qué lugar ocupa la búsqueda creativa y la experimentación en tu práctica?
La búsqueda de una forma puede resultarme agotadora. Me voy por las ramas, no duermo bien, dudo de todo... Y de repente: ¡encuentro la dirección, el sentido, el dibujo! La dificultad de la búsqueda deja paso a la felicidad. Después, experimento con la arcilla de forma recreativa. A pesar de todo, es un material que siempre sorprende, ya sea a través de la forma, del teñido o del esmalte, fijados a través de la cocción oculta en el horno a 1280 grados.
¿Tienes un ritual que alíe tu proceso de creación con el taller?
Suelo trabajar con la radio como música ambiental. No la escucho siempre, pero me acompaña y pone ritmo a mis días.
Háblanos de la pieza que has diseñado para la exposición Floraison Créative de Sessùn.
La carta blanca de Sessùn es como un regalo, una oportunidad para salirse del camino habitual para explorar espacios diferentes y sorprendentes. He diseñado tres piezas que se asemejan a tres páginas blancas: tres grandes jarrones minimalistas con formas redondeadas. Quería poner de relieve la superficie y la forma, perforarla, decorarla, dar lugar a lo aleatorio y trabajar con el brillo y el color del esmalte. De estas, unas piedrecitas como las que solemos recoger durante un paseo por el bosque se abrieron paso y crearon unos dibujos, unos motivos y unas historias.
¿Cómo te vino esta idea de creación?
No ha sido nada espontáneo, la he buscado por vías alternativas. Quise salir de mis mecanismos de creación habituales, aquellos que construimos aunque no queramos, para intentar perderme y avanzar sin un propósito fijo, simplemente tratando de encontrar el placer en la exploración. Un ejercicio peligroso y emocionante a la vez, que abre nuevos caminos y marca el comienzo de un nuevo viaje.
¿Qué retienes de esta experiencia?
Para mí ha sido una ocasión para reinventarme, una oportunidad para atreverme a hacer cosas nuevas. Estoy deseando ver lo que depara el futuro... El momento del encuentro y el intercambio con las otras participantes del proyecto (Léa Bigot, Julie Boucherat, Marion Graux, Suzie Le Pennec, Emmanuelle Roule), es decir, la dimensión colectiva y festiva de este proyecto único.