Lou Thomas

Fue como viajar en el tiempo. Corinne Aivazian se puso en contacto conmigo para proponerme una estancia de dos meses con Terra Co. Me hospedaba en una pequeña cabaña en las montañas. Cuando no trabajaba en el taller, iba directamente a ver a las maestras para descubrir sus técnicas ancestrales, conocer la tierra y sus texturas... Después de la estancia, me fui a la costa del Pacífico, a un pueblecito de pescadores. Mi hermano Bruce y yo nos quedamos allí durante tres meses. Pude encontrar arcilla y crearme un taller en un entorno paradisíaco. Hice mucho prototipos que hoy se encuentran en mis colecciones. Allí no podía cocer mis piezas, así que volvía a hacerlas una bola y empezaba de nuevo. Hoy me digo que es un proceso bonito: la tierra que vuelve a sus orígenes.

Todo empieza con un encuentro, una discusión, inspiraciones compartidas, un savoir-faire o una técnica. De ahí nace toda una nueva colección exclusiva, pensada entre dos artesanos con dos universos diferentes pero complementarios. Uno crea el continente y, el otro, el contenido. La simbiosis tiene lugar de forma natural. Cuando un chef se pone en contacto conmigo, me gustar conversar con él para entender su identidad. Elegimos juntos el color de la arcilla y, sobre todo, la textura, que es la base de mi trabajo. Después, hablamos sobre el modelo (hondo, llano, redondo, ovalado, de forma orgánica...) según el contenido. Y, por último, elegimos el acabado, el esmalte, etc. Utilizo muy pocos colores, a menudo suele ser blanco o transparente, para poner de relieve el material. La magia se crea cuando los platos llegan al restaurante, es como si cobraran vida en cuanto entran en contacto con su chef.

Mi taller es justamente como lo imaginaba. Está al lado del mar y da a un patio interior en un edificio histórico, vinculado a la actividad portuaria de la ciudad de Marsella. Es un lugar muy inspirador, que antes estaba ocupado por una mosaísta. He querido conservar el alma del lugar: el alicatado en arcilla cocida, la barandilla en forma de pez, la zona de agua rosa... En el centro del taller se encuentra la mesa realizada por el arquitecto Dimitri Felouzis, de madera de olivo bruta. Es magnífica. En el fondo, donde expongo mis últimas piezas, hay una mesa de trabajo de tres metros en escayola, que he esculpido con Richard, mi novio, quien me ha ayudado mucho a la hora de instalarme en este lugar perfecto para la creación.

Poner un álbum de Céline Dion, comenzar un pan de Terre Neuve y no levantar la cabeza durante horas.

En mi caso, la investigación tiene lugar sobre todo en los viajes. Tengo la suerte de haber viajado mucho, sobre todo durante mi infancia, pues iba con asiduidad al sureste de Asia con mi familia. Creo que mi creatividad le debe mucho a estos momentos. También he estado en México, y esto fue como una revelación para mí. Hace poco fui a Marruecos, a las montañas del Rif con Memori Studio. Fue una semana de ensueño, pues allí pude conocer a alfareros locales que aceptaron transmitirnos su savoir-faire. En solo unos días me llené de gran inspiración. En estos momentos surge la exploración creativa.

El kurinuki consiste en dar forma a los objetos al cortarlos y cavar la pasta. Se empieza con un bloque de arcilla de gran tamaño, sobre el que esculpimos un pie en la parte superior, y luego se recortan las caras superiores con un hilo para que aparezca la forma. Por último, le damos la vuelta a la pieza y la vaciamos si queremos, por ejemplo, hacer una taza de té (llamada Yunomi). Todo está invertido en esta técnica. Es la perfección dentro de la imperfección. Cada pieza es única.

Me apasionan las culturas precolombinas y galorromanas. Las formas, las texturas y las técnicas primitivas son la base de mi investigación. Hace poco fui a ver la exposición permanente del museo de historia de Marsella, y me quedé boquiabierta con la riqueza de este lugar. Mis inspiraciones proceden, sobre todo, de la artesanía, de sus costumbres, del savoir-faire que se transmite y perdura en el tiempo. Creo que la cocina también constituye una gran inspiración, con el regreso a las tradiciones y a la herencia. Me intereso mucho por el trabajo de la madera, el metal, el cobre, el cristal... Me gustaría poder reunir todos esos oficios en mis piezas futuras. Y, por último, no puedo olvidarme de la luz, el sol, el mar, Marsella: una armonía perfecta que me inspira mucho.