CRÉDITO DE LAS FOTOS: STÉPHANIE DAVILMA
Magali Avignon, sudista por los cuatro costados, ha crecido al ritmo del sol y del viento mistral, criada por una familia de agricultores cuyo pilar más importante es la hospitalidad. A través de Enamoura, una colección de casas de vacaciones únicas seleccionadas entre Marsella, Vaucluse y Luberon, transmite a los turistas su visión solar y sensual de la Provenza. Como continuidad de este proyecto, ha diseñado una línea de lámparas con artesanos locales, así como una colaboración con Sessùn Alma que descubriremos dentro de poco.
Una sola palabra para un proyecto en plural: casas de vacaciones, guías turísticas y objetos de mesa, sin olvidar las lámparas... ¿Qué quiere decir Enamoura?
Enamoura procede de la palabra «Enamourado» que significa «La enamorada» en provenzal. Es un proyecto muy personal, casi íntimo, que me permite transmitir mi amor por esta forma de vida sureña que mi madre y mi abuela me han inculcado. Es una visión solar y sensual de la Provenza que adoro compartir.
La casa de ciudad, el taller, la capilla... Cada casa tiene una historia propia que la hace única, con un universo que se manifiesta hasta en los detalles más pequeños. ¿Cómo imaginas estos lugares?
He crecido rodeada de piedras y de objetos de uso provenzales. He conservado una sensibilidad particular por el paso del tiempo y las tradiciones seculares. Cada lugar del que me ocupo ya cuenta con un recuerdo de una tranquila velada estival o de una noche alrededor de la chimenea. Entre todas esas vidas adonde me lleva mi imaginario, me detengo en una atmósfera un poco desfasada, que me seduce y que intento recrear. Permanezco lo más fiel posible al lugar, pero añado mi visión ligeramente romantizada. Imagino y dibujo, ante todo, un ambiente propicio para que la gente a la que quiero y recibo pueda disfrutar: momentos de felicidad y recuerdos inolvidables.
¿Qué buscas en una casa? ¿Qué te seduce o te da ganas de hacer un lugar Enamoura?
Cada casa es, ante todo, un flechazo personal, un lugar auténtico, acogedor y tranquilizador. En esta colección también existe el deseo de dar vida a la Provenza a través de sus diferentes hábitats tradicionales. Evadirse en pareja en pleno invierno en el taller de Saignon, subir a la cumbre de una montaña en una capilla del siglo X, vivir la vida del pueblo de Saumane, descubrir Marsella en toda su esencia... El sol del sur brilla todo el año, desde las garrigas hasta las calas. Tengo ganas de llevar a los enamorados del sur de vacaciones a la Provenza durante todo el año. También hago estancias de artistas cada año en Saignon, en colaboración con Margaux Derhy, que ha creado «Le Cercle de l'Art», un magnífico proyecto para apoyar la creación artística femenina.
También has creado una línea de lámparas en colaboración con los artesanos de la región. ¿De qué manera se inscriben estas creaciones en la continuidad de Enamoura?
Buscaba unas lámparas que respetaran el espíritu auténtico de mis casas del sur, y al final acabé diseñándolas yo misma. La primera serie limitada de la colección «Lisette & ses sœurs» las moldeó FRANCA ATELIER en una mezcla de arcillas, y este año he dado carta blanca a Marion Graux para crear 48 piezas en gres esmaltado.
Desde entonces, hemos desarrollado una colección permanente. Sensuales y a veces brutas, reflejan mis raíces campesinas: formas sencillas y atemporales.
Cada modelo se hace a mano en Provenza, y revela el savoir-faire y las técnicas ancestrales de nuestra región: la arcilla cocida en torno, la mezcla de arcillas estampadas, el gres esmaltado... Son objetos preciados que se deben transmitir para que el conocimiento de nuestro savoir-faire perdure. Este proceso creativo me apasiona, aprendo constantemente de los artesanos.
Háblanos de tu familia y de su historia única.
Mi familia cultivaba la uva albilla, un tipo de uva de mesa cuyos beneficios curativos conocieron un gran éxito y brindaron riqueza a Sorgues, de donde soy originaria. Desde siempre, la masía estaba ocupada por vendimiadoras y agricultores, a los que mi abuela daba cobijo y alimentaba. Más tarde, mi madre ofrecía techo y alojamiento a los autostopistas. Las dos me han transmitido esa cultura de la hospitalidad sureña, que intento perpetuar ahora. Enamoura es mi forma de rendirles homenaje.
El sur representa para ti toda una forma de vida. ¿Qué te evoca la Provenza?
La infancia, los pies descalzos sobre la tierra, la sopa de verduras de mi madre, el melón de Beaumes-de-Venise, el sol, la roca y el viento mistral. La forma sencilla de vivir, el sueño del tiempo que se detiene, la siesta, los amores de verano y los chapuzones en las calas, de los que no me canso nunca y los cuales son el remedio perfecto contra todos los males.
¿Cuáles son tus inspiraciones en materia de arquitectura y decoración?
La masía de mi madre, las cabañas de piedra seca abandonadas en mitad de los terrenos de mi infancia o incluso la obra arquitectónica tan precisa de César Manrique en Lanzarote. Me dejo guiar por elementos arquitectónicos auténticos que encuentro en el lugar. No tiro nada, lo reintegro todo. Mi abuelo fabricaba un banco con dos piedras y una tabla recuperada en un cobertizo. Creo que hago más o menos lo mismo por la elección heterogénea de los objetos: me dejo guiar por aquellos que recupero en los desembalajes de la región. Los mercados de antigüedades son mi adicción eterna.
Acoger a turistas, imaginar colaboraciones con artesanos... ¿Qué lugar ocupan los encuentros en tu trabajo?
El encuentro es la parte principal de mi proceso creativo. Trabajo según mi instinto, a menudo con mucha desfachatez y, como buena habitante del sur, soy sensible a la sencillez y la espontaneidad. Los artesanos que me acompañan desde el principio se comprometen conmigo un poco más cada mes, por lo que su confianza es como un motor para mí. Me han recibido en su taller y me han hecho hueco en su agenda de producción, que suele estar muy cargada. Intento rendir homenaje a su trabajo y savoir-faire al máximo. También tengo la suerte de tener unos turistas formidables que apoyan las múltiples facetas del proyecto Enamoura desde el principio.
¿Hay otros sectores que te gustaría explorar o desarrollar con Enamoura?
Enamoura refleja la buena vida durante las vacaciones bajo el sol meridional, un ambiente o unas emociones. Así que todo es posible, pues sigo teniendo miles de sueños y millones de ganas de hacer cosas: renovar una cabaña en las calas, desenterrar un aprisco, diseñar hamacas... Pero por ahora, vamos a desarrollar nuestra colección de lámparas artesanales para poder responder a todas las necesidades y organizarnos para responder a las peticiones de los arquitectos que nos solicitan cada vez más para preciosos proyectos de hoteles o restaurantes con aires sureños. De hecho, hemos instalado nuestro taller de ensamblaje y una tienda efímera que abriremos con cita en la maison de Marsella.
¿Algún proyecto futuro que quieres compartir con nosotros?
Enamoura tiene muchos puntos en común con Sessùn Alma, pues ambos ponen de relieve la artesanía local al apoyar a las mujeres artistas y al subrayar la riqueza de las tradiciones locales. Estoy muy contenta de ver cómo ha nacido la primera colaboración «Enamoura X Sessùn Alma», con la llegada de una serie única de tres modelos de lámparas de techo en gres esmaltado. Esta serie estará disponible únicamente en Sessùn Alma, acompañada de algunos modelos de nuestra colección permanente en gres chamotado Ivoire. Es una colección que rebosa de sentido para mí, pues no hace mucho que he tomado el camino de la creación.
¿Cuáles son tus vínculos con Sessún?
Los vestidos vintage de Emma me han acompañado en todos mis recuerdos felices, aquellos momentos que han marcado mi vida. Las colecciones de Sessùn siempre han respondido a mis necesidades al considerar la ropa como un vector de recuerdos y emociones. He conservado cada pieza con sumo cuidado como una magdalena de Proust y, en la actualidad, mis hijas llevan algunos modelos. Esta noción de transmisión es importante para mí, y Sessùn encarna enormemente estos valores que comparto.